viernes, 4 de enero de 2013

La rotación de la tierra

2012 terminó televisivamente muy arriba gracias a 23 pares, la serie creada por Albertina Carri y Marta Dillon que nos hacía temblar (por emociones de muy distinta especie), capítulo a capítulo, con su ficción-laboratorio: melodrama tribal con golpes de humor y locura, saga de post identidad, folletín de primitivismo amoroso matriarcal. Si no la vieron en tele, la tienen disponible y completa para ponerse al día (si pasan por acá). Y abajo les dejo la intro de la nota que escribí en el Soy sobre la serie.

La tierra se mueve en los títulos de 23 pares, la animación imprime al terruño un movimiento sutil y ambiguo, podría ser soplado por una brisa, agitado por un temblor o empujado por el crecimiento subterráneo de un árbol. Y ese es, sobre todo, el valor agregado de esta serie en la cosecha 2012 de la televisión argentina: hacer temblar un poco los cimientos de las representaciones mediáticas, especialmente de las ideas preconcebidas sobre identidad, género, diversidad sexual y familia. Es una serie que tiene los pies en la tierra pero solo para comprobar que debajo el mundo gira a distintas velocidades y se muda sin avisar en qué dirección, avanzando sin obedecer señales de tránsito. Y si una semilla se transforma vertiginosamente en un árbol también en los títulos, es para marcar no tanto un nuevo nacimiento sino la posibilidad de ramificaciones, de ser verdor y ser rama pelada, ir de una estación a otra por la ruta de una orgánica mutación.

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