viernes, 30 de noviembre de 2012

Post Bear

Enero de este año comenzó peludo: publiqué una nota en la revista Inrockuptibles (que cada vez está más buena), donde celebraba la prolífica actividad osuna en la historieta vernácula. Además de evocar a El ósculo hirsuto, recurrente en este blog, ahí hablaba de la publicación del primer libro nacional de cómic bear: Horror, desperté con un cazador de Rubén Gauna. Ahora, para ir cerrando el año, la segunda parte de la historieta, editada para la última Marcha del Orgullo LGTBIQ, viene con un prólogo mío (del que cito un fragmento abajo, y pueden leer en el adelanto publicado en el Soy). Arriba, otra vez aparezco en el universo de Horror... al que, por supuesto, pertenezco con orgullo libidinal. Este domingo, a las 19, el libro se presentará en el Bar de FM La Tribu (Lambaré 873): habrá barbas para acariciar y frotarse.

A toda comedia le gusta la inversión como materia prima para el chiste, pero Gauna y sus personajes la llevan a un lugar de máxima incorrección. Si las políticas de la identidad y la orientación sexual tomaron su potencia en la afirmación social de ciertos modelos positivos, Horror... muestra el lado oscuro de la fuerza del deseo, cuando la libido nos hace girar el lado B. Si ya hay una teoría y una práctica de la post identidad, ésta tal vez sea la primera historieta post bear, la que ponga un poco en crisis el mundo de los osos como un lugar estancado: ahora ser un oso o un cazador es reinventar las reglas de un cosplay, es una fiesta de disfraces, un juego de rol. Por eso, en sincronía con la cultura queer, Horror... representa la peligrosa aventura de la incertidumbre, la identidad como algo inestable, que puede mutar en nuestra propia cama, donde creíamos que podíamos controlar nuestra fantasía.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Signos de partir

Hace mes y medio, Lisa Kerner inauguró en Milión su muestra de dibujos llamada "A punto", sobre la que escribí una nota en el Soy. El pasado 1 de noviembre, para abrir el mes del Orgullo LGTBIQ, volvió y, otra vez, fue millones: ahora Lisa expone sus últimas creaciones y escribí el texto de abajo para la nueva muestra, bautizada "Implosión", que se puede visitar en Casa Brandon, ese lugar donde el arco iris flamea y se agita todo el año. 

“Implosión” de Lisa Kerner

Acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad cuya presión es inferior a la externa

¿Muchacha punk o muñecas rusas? ¿Ultrapop o dark? ¿Imaginario cartoon o realismo queer? ¿Tomboy o Riot Girl? El pulso de Lisa Kerner se pregunta por dónde alinearse mientras su trazo ondulante dibuja siempre un signo de interrogación hecho cuerpos y almas gemelas o mellizas. Dos o más, las Lisas que se despliegan multiplicadas son un juego de las siete diferencias amalgamado en un mismo rectángulo, como el reflejo y su distorsión sentados a la misma mesa para devorarse mutuamente. Hay algo de electricidad en el serpenteo, como si la implosión de esta muestra tuviese que ver con el mismo rayo que da vida a la Novia de Frankenstein que se activa para partir a la dibujante: partir en el sentido de quebrar o dividir, pero también de marchar o mudarse. Por eso, en esta serie de autorretratos, Lisa se fragmenta otra vez en distintas figuritas que forman un álbum incompleto, pero que igual tiene premio: la sabiduría de reconocer que somos una colección inacabada de identidades que una vez capturadas se comienzan a escabullir. Y siempre es ese horizonte en perspectiva, donde las ratas hacen equilibro y el arco iris nos cobija, que nos señalan los puntiagudos pelos amarillo solar de las Lisas.

jueves, 25 de octubre de 2012

LSD (Love Sylvester's Disco!)


Recién ahora encuentro este documental abreviado donde John Waters da una definición perfecta de Sylvester, refiriéndose a la participación del cantante afro junto a The Cockettes, compañía hippie-drag psicodélica de los 60: "El no era un hippie de barba con un vestido, era Billie Holliday o Diana Ross en LSD". Si lo hubiese visto antes, incluía esa definición en el texto que escribí para el suplemento Soy, a propósito del libro La historia secreta del disco de Peter Shapiro. Abajo les copio el final de la nota, que se puede leer completa acá (y les recomiendo que, si no recuerdan o no saben quién es Sylvester, hagan clic en el link al video que nombro en la nota, siempre y cuando estén en un lugar que les permita bailar a sus anchas, si no van a tener que correr los muebles para hacer lugar, porque el que no baila con eso en vez de sangre debe tener detergente en las venas).

Lydia Lunch, citada en el libro de Shapiro, lo dice con metáfora orgánica: “La música es el tejido conectivo entre protesta, rebelión, violencia, conciencia sexual y comunidad”. Tal vez esta conexión llegó a su éxtasis a través de Sylvester, responsable de los falsetes más andróginos y orgásmicos del Hi-NRG, una abreviación de alta energía, un subgénero de la música disco creado a partir del acelerado beat del bombo que reproducían el galope del caballo como banda sonora sexual, con líneas melódicas de sintetizadores donde convergía el grito de placer con el ruido de la máquina. Sylvester era un afroamericano queer, uno de los primeros cantantes populares abiertamente homosexual, que había sido parte de los espectáculos hippie-drag de The Cockettes a fines de los ’60, imitando a Josephine Baker. Pero en su carrera solista, en el auge total del disco, su máximo hit fue “You Make Me Feel (Mighty Real)”, aun con potencial rupturista en su desafío a las convenciones que son síntesis de las políticas de resistencia integracionistas del movimiento dance. “Mientras gran parte de la música que coloreaba la escena disco gay tenía la alegría insistente de un espectáculo de porristas de secundaria y por lo general conjuraba ante todo la imagen de dos muñequitos de esos que mueven la cabeza como asintiendo chocándose mutuamente, ‘You Make Me Feel (Mighty Real)’ interpelaba a la tradición musical afroamericana preguntándole qué ‘realidad’ se suponía que debía representar para los hombres negros gay que, prácticamente alienados de la sociedad entera, estaban forzados a esconder sus identidades verdaderas a lo largo de casi todas sus vidas... Sylvester contrariaba al exterior indiferente del synth pop con una intensísima expresión de arrobamiento. El modo en el que Sylvester cantaba ‘I Know You Love Me Like You Should’, corriéndose hasta un registro tan alto que sólo podía ser completado por un zumbido de sintetizadores, bien podría ser el momento ‘diva’ definitivo de la historia del disco.” Basta mirar el video del hit: su perfomatividad drag múltiple mezcla estética leather de botas de cuero con glam marciano a lo Bowie, pero también abanico de teatralidad marica retro y turbante afro con perfume de gospel, entre otras modulaciones del crossdress. Y aunque, por momentos, Sylvester es el único en una discoteca vacía, parecería representar a todos y todas en un mismo cuerpo, su nombre es legión. Para cuando aparecen las bailarinas interraciales, encabalgadas franeleando con gimnasta felicidad lésbica, este videoclip pre MTV termina de hacer de las políticas integracionistas del disco un legado luminoso de electroshock. Y esos destellos de juego ambiguo de fines de los ’70, para cuando Sylvester murió de sida en 1988, ya estaban lo suficientemente demonizados por el movimiento de la “Muerte del Disco”, con acciones como quemas públicas de vinilos dance empujadas por argumentos de odio y otros de seudociencia que parecían paródicos, como los de científicos de la Universidad de Ankara, en Turquía, que “probaron que escuchar música disco hacía que los cerdos se volvieran sordos y los ratones, homosexuales”. En un punto tenían razón, la sensualidad polimorfa del disco fue la cumbre del ratoneo para muchos homosexuales, pero también para heterosexuales y demás identidades espectrales sin nomenclatura que titilaron en el tornasolado auge de ese amor libre electrificado.

lunes, 15 de octubre de 2012

Domingos de Ramos

Calzaba borceguíes las cuatro estaciones y sobre mi cama, mi altar adolescente: póster de Ramones con collage fotográfico de la grabación de Bad Brain y otras canciones de su ruta a la ruina. Se acercaba el final de los 80, una década corta, y mi punk interior latía con un folletín que salía en el Sí de Clarín, firmado por Laura Ramos. Había vuelto de Lanús a vivir a la casa-departamento natal de Barracas, y ya tenía la independencia suficiente para vivir en primera persona lo mortal que era Buenos Aires, ciudad-paraiso que en ese momento Ramos exploró mejor que nadie para fundar una cosmogonía entre la crónica y la ficción, poblada por criaturas con las que me hermanaba la desobediencia pop. Mi identificación primaria era con el Chico Aguja, teleadicto criado en la trastienda de una mercería (aunque, de manera un poco anacrónica, yo trastocaba su sobredosis de tv por mi cinefilia enfermiza). En aquellos tiempos, mil y una noche me soñé personaje de Laura Ramos en Buenos Aires me mata. Sobreviví a aquellos años, por poco; no salí ileso pero acá sigo. Y para cuando Laura recomenzó a publicar en Clarín hace pocos años su nuevo folletín Cuadernos privados, ahora en formato dominical, ya nos habíamos cruzado un par de veces por ahí, desarrollando una amistad, dentro y fuera de su extraordinaria columna.
El domingo pasado, Laura me cumplió mi deseo secreto: convertirme en uno de sus personajes. Escribo esto y se me hinchan los lagrimales. Paro acá y sigue ella.

Por Laura Ramos

07/10/12
Además de considerarse un fetichista fundamentalista de las canas, las panzas y las barbas (Papá Noel es su ícono sexual), Diego Trerotola se define como anarco-culinario, glotón y omnívoro. Jovencísimo socio fundador del primer club de osos de Argentina, que difunde la estética del gay gordo, peludo y con barba como una sensibilidad positiva y erótica, su militancia agita contra el modelo hegemónico gay del joven David lampiño y delgado. En la ideología osuna encontró la guarida de sus obsesiones eróticas y alimenticias. Nada más delicioso que ir a la disco con un grupo de osos amigos y olvidar la música que están bailando para imaginar el desayuno de las siete de la mañana.

Su crónica (de paso, es un ultrasofisticado crítico de cine, además de actor de videoclips y músico amateur) de una aventura anarconeosexual con el director Stuart Gordon en un festival de cine causó cierto revuelo. “Nada puede elevar más mi pasión cholula que un viejo gordo asociado a la obscenidad, la perversión y el exceso del cine de terror. El palpitar de mi corazón flúo era tan fuerte, mi deseo era tan truculento, que tuve lo que merecía... Fue una relación bastante platónica, pero lo más parecido a un noviazgo sin sexo que tuve en mi vida… Nos reímos mucho, hablamos hasta cansarnos de cine de terror y le declaré, sin arrodillarme, que me casaría con él si él no fuese heterosexual. A pesar de mis avances desvergonzados, aceptó ir a solas a mi habitación, donde me dejó acariciar su panza firme y generosa: era el oso de peluche más eróticamente áspero que mi tacto rozó.”

El punk cambió su adolescencia. Su única remera de los Sex Pistols tuvo que robarla de una mesa de saldos –sitio ominoso para un héroe-, porque no tenía ni un centavo. De vuelta en su casa de Lanús, no se sacó la remera en todo el verano. De tanto usarla, la foto de Sid en blanco y negro se fue despintando progresivamente hasta casi desaparecer, o tal vez la tinta fue absorbida por la piel hasta confundirse con su sangre.Pero hubo años de su vida en que sólo escuchaba Ramones: “Ramones con sus canciones-cohete crearon el punk-rocket que largó chispas a lo pavote en la ya explosiva década del 70” (prosa de Diego). Él mismo es una leyenda rocker: lo vi varias veces arrojarse al público desde los escenarios de Él mató a un policía motorizado, una banda de “punk espacial”, y cantar en los de 107 Faunos, que además tomaron su cara como imagen de sus flyers.

Lo de la cinefilia arrancó más o menos así: el test vocacional que se hizo en el colegio señaló Artes. El día en que abandonó una clase de Filosofía para ver una película de Daniel Tinayre con Mirtha Legrand se dio cuenta de que se había equivocado. Sus verdaderas clases de cinematografía empezaron en los cines del centro de Lanús, pero la graduación llegó a los dieciséis años, el sábado a la tarde en que conoció a un cinéfilo de cuarenta y nueve en la puerta del cine Maxi. Noviaron en la sala del Cineclub Núcleo y en la majestuosa Lugones. Durante los cinco años en que duró el noviazgo (que, como en las verdaderas tragedias, terminó con la muerte) (la de Ernesto, por hiv) veían veinte películas por semana. La pasión ultrafetichista de Ernesto por el cine terminó de darle forma a su cinefilia. A los veinte años publicó su primera crítica.

La peluquería en la que trabajaba su mamá fue el parque de diversiones de su infancia. Los enormes sombreros plásticos para secar el pelo eran sus juegos de Italpark. Allí filmó su primer cortometraje, la historia de una peluquera vampira. En sexto grado se convirtió en héroe por haber sido el único al que dejaron ver (y el que aguantó hasta el final) el estreno de El exorcista por tele. Su condición de mago desde los doce años, un legado de su papá, que murió cuando él tenía trece, le sumaba un aura cool. Justo en ese momento engordó y se convirtió en el gordo. Le gustaba, y le sigue gustando ser el gordo. El mayor shock culinario de su casa familiar fue la llegada de la freidora eléctrica: era la televisión color de los electrodomésticos. Su mamá, delgada y preciosa, adora la fritura y los pescados fritos: sus rabas son míticas.

Su teología alimenticia, o más bien su Tractatus Logico-Philosophicus culinario (¡Viva el locro, el asado, la pizza y el fast food!) rechaza con énfasis la sal, un producto sobrevalorado y culpable de uno de los problemas claves del capitalismo: la insatisfacción consumista. La sal domina al mundo, advierte Diego, y también la cadena de frío. El enfriamiento de los alimentos es inútil, me alerta: la heladera es un electrodoméstico innecesario, al servicio de la mera acumulación. ¡Si todas las heladeras del mundo se desenchufaran se terminaría el calentamiento global!

Hace catorce años encontró, por fin, al oso de sus sueños: su novio Norberto (barba canosa, relación abierta) en algunas Navidades trabajó de Papá Noel en una juguetería.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Chiste de gallegos


Mi vieja nació en Ourense, Galicia, hace poco menos que setenta años. Aunque viajé por España un par de veces, por desgracia no pude conocer esa parte del país. Y como no fui a Galicia nunca, Galicia vino a mí. Porque hace un par de días supe que soy protagonista de un videoclip de una banda gallega llamada Proyecto Mourente; pero el chiste es que no solo no conocía a tal banda sino que nunca accedí a ser parte del proyecto. ¿Y entonces? Se trata de un videoclip found footage, uno de los tantos que circulan en youtube, que reutilizan material visual ajeno para enchufarle una canción encima. En este caso, los gallegos se encargaron de reciclar la película Safo (2003) de Goyo Anchou, donde actué en una secuencia junto al gran Mosquito Sancineto. El estreno mundial de Safo había sido en España, en el festival Lesgaicinemad; y recuerdo que durante el festival alguien le dijo a Goyo que lo suyo era un remix más que una remake de la película homónima de Carlos H. Christensen. Tal vez aquel comentario haya sido una advertencia o una premonición: Safo estaba condenada a devenir videoremix. Arriba está el video en cuestión, y abajo la letra de la canción de synthpop para que la puedan cantar mientras la escuchan, porque parece haberse hecho con unas ganas tremendas de que sea un hit de karaoke.

AO TEU REDOR

Nom entendo como é que o fas.
Nos lugares aonde vás
Todo ao final gira ao teu redor.

Tanto tem se vás polo jornal
Ou a um ato inaugural,
Todo ao final gira ao teu redor.

Ainda que ti fas
Por dissimular
Que nom es consciente
Do que estás a provocar

Sabes que os demais
Nom podem parar
De mirar-te fixamente
Porque...

Todo gira ao teu redor.
No final, queira-lo ou nom,
Todo gira ao teu redor

Já ninguém te quer acompanhar
Sem querer-se aproveitar.
Todo ao final gira ao teu redor

Quem é amigo
E quem é cortesão?
Nom o podes separar.
Todo ao final gira ao teu redor

Querem-te saudar,
Querem-te tocar.
Tanto tem ires de incógnito
Para o evitar.

Querem-te abraçar,
Querem-te bicar.
E nom podes fazer nada
Porque...

Todo gira ao teu redor.
No final, queira-lo ou nom,
Todo gira ao teu redor

* Otro videoclip en el que participo: El rey del terror

viernes, 24 de agosto de 2012

Gritos toda la noche

Apuntes personales sobre la última dinastía de El mato a un policía motorizado:

* La canción que da nombre al single, Mujeres bellas y fuertes, es un camaleón sónico, porque en sus distintas versiones -en vivo, en la grabación de estudio o en el registro de la casa fantasmal- despliega fibra mutante. Ni post punk, ni post rock, ni post apocalipsis: simplemente música posta (si no creen, oigan ese teclado indómito entre guitarras gladiadoras: en la arena movediza, la melodía flota).

* En general, la mutación está a la orden del día en la actual embestida motorizada: desde el último recital en La Trastienda, el mamífero de cinco patas insiste en fusionar canciones hasta trasformarlas, electrocutando el final de una hasta que emerge otra por defecto, para que parezca un accidente. Ellos chocan sus canciones en frente nuestro.

* El público rota y quienes resistimos en el pogo espacial hace más de un lustro estamos un poco rotos y rotas. Ahí y así seguimos en la misma senda, levantando polvo, con la luz en la mirada turbia y el ímpetu ileso, porque pasado, presente y futuro son la misma alucinación de velocidad de cada estribillo: nuevos discos, nuevas drogas.

* El próximo videoclip debería ser un partido de básquet femenino, con los colores y la dimensión estética de las guerreras deportivas de la tapa del EP y de los flyers de los recitales recientes. Además sería el tercer video oficial, lo que implicaría que tendrían el triple asegurado.

* El último recital, el de ayer en Niceto, terminó con Terrorismo en la Copa del Mundo. O sea que no terminó; todavía me hace temblar cuando mi tarareo por default (ese que te caza distraído y te hace subir con solo masticar dos compases) me produce un flashback a la gloria del sueño eterno: si vienen a buscarme, estoy dormida…

jueves, 16 de agosto de 2012

Por arte de magia

Estoy endemoniado por culpa del Michael Chabon. Las primeras páginas de su libro The Amazing Adventures of Kavalier & Clay son una tortura para mí: es como si alguien me estuviese haciendo "el submarino" y ahora voy a estar sin poder respirar bien, asfixiado, hasta terminar de leer la novela. "To me, Clark Kent in a phone booth and Houdini in a packing crate, they were one and the same thing", es una idea inicial potente, el choque de dos imágenes/universos que hacen de la conjunción un tremendo ejercicio de imaginación, casi diabólico. Y además, ese choque tiene un profundo impacto personal, activa como pocas cosas mi memoria emotiva: fui mago y soy un comic nerd. De hecho, estudié magia con dos magos, Charly Brown y Kartis, durante varios años de mi vida, más de los que estuve dando vueltas por cualquier universidad. Y fui socio de la Entidad Mágica Argentina (EMA), asistiendo durante años a sus reuniones semanales, además de participar en varios congresos y conferencias con magos extranjeros. Aunque tenía más afición por la cartomagia, también hice aparecer y desaparecer palomas en shows para niños, en teatros, incluso participé de un homenaje al gran Fu-Manchú en 1994, que fue registrado en un video por el mago Rodó. Fui un aplicado y estudioso de la prestidigitación, me rateaba al colegio para leer complicados libros en inglés sobre magia (si eso no es escapismo, ¿qué es?). 
Recuerdo que en el examen "teórico" para ingresar a la EMA, a principio de los 90, me preguntaron el nombre auténtico de Harry Houdini: ¡y yo lo sabía!

lunes, 13 de agosto de 2012

Cine Gore

Ni Ed Wood ni William Beaudine, el peor director de la historia del cine parece que es Michael Sarne, un irresponsable que perpetuó la infame Myra Breckinridge (1970). Eso dicen, una y otra vez, una cantidad de críticos que repiten hasta hoy chistecitos fáciles para burlarse de la película basada en la novela de Gore Vidal. Hay quienes sostienen que Vidal nunca vio la película, otras personas afirman que la detestaba. Sea cual fuese la versión oficial, para mí la novela y la película, dupla imbatible, son dos caras de la misma moneda con que se compra la libertad de hacer y deshacer lo que venga en ganas en literatura y cine. No por casualidad, el protagonista es un crítico de cine, personaje que asume una transformación para poner en crisis las prepotencias de su tiempo. Vidal, como Manuel Puig, era ante todo un crítico de cine, que ejercía su oficio en formas poco convencionales. A la vida de amante filosófico de Gore Vidal le dediqué una nota en el suplemento Soy, y ahí pueden leer sobre Hollywood esculpido por Platón, sexo epifánico en baños, granadas que aniquilan a un príncipe azul y Charlton Heston ardiendo a causa de su propia homofobia.

domingo, 5 de agosto de 2012

Nadie es perfecto como ella

Mi película favorita con Marilyn Monroe es Marilyn Times Five (1973) de Bruce Conner, un material encontrado de un supuesto desnudo de la rubia, intervenido (o no, tal vez nunca lo sabremos) por el cineasta hasta convertirlo en un titilar de luces y sombras con un suspenso que desnuda el placer voyeurista y la estética del cine. Como es difícil ver esta película de Conner (solo pude acceder a ella a través de un vhs), lo más próximo que conozco es esta canción de Sonic Youth, que tiene la misma dimensión de glam experimental y crudo de Conner. Me parece que es el mejor homenaje a los 50 años de la diva difunta que se cumplen hoy.

"Sugar Kane Kowlczyk es el personaje de la artista que Marilyn Monroe interpreta en la comedia Una Eva y dos Adanes (Some Like it Hot, 1959) de Billy Wilder. La canción está inspirada por la noción de contacto emocional que sentimos por las celebridades en situaciones límite y nuestro deseo de 'salvarlas'. Fue el tercer single de Dirty (1992), grabado por Butch Vig (Nirvana, Mecht Mensch) en el Magic Shop de New York, un estudio grosso donde nuestra banda se instaló varias veces desde entonces. El video fue dirigido por Nick Egan y fue el debut en celuloide de una joven Chloë Sevigny como el personaje del título." Sonic Youth


Sugar Kane 
(Gordon, Moore, Ranaldo, Shelley)

You're perfect in the way, a perfect end today
You're burning out their lights, and burning in their eyes
I love you Sugar Kane, a-comin' from the rain
Oh kiss me like a frog, and turn me into flame
I love you all the time, I need you 8 to 9
And I can stay all night, your body shining

And I know
There's something down there sugar soul
Back to the cross a twisted lane
There something down there sugar kane

I'm back again in love, I'm back again a dove
Where'd you get your light, your smilin' sugar life
Another lovers day, another cracked up night
Every night I say, the light is coming

And I know
There's something down there sugar cone
Back to the cross a twisted lane
There's something down there sugar kane

Hey angel come and play, and fly me away
A stroll along the beach, until you're out of time
I love you sugar kane, a crack into the dream
I love you sugar kane

martes, 31 de julio de 2012

Reflejos en las hojas


En 2009 había escrito un texto breve para el diario del Festival de Cine de Mar del Plata (que copio abajo con alguna modificación) sobre la retrospectiva de cortos de Roman Polanski. Se me ocurrió partir de la navaja que inicia su obra, y que tiene continuidad en varias de sus películas, obviamente en el título de su primer largometraje y en imágenes muy populares como aquella de El bebé de Rosemary, cuando Mia Farrow empuña un cuchillo de cocina para recorrer su casa con sigilo. Esta semana, gracias a la Filmoteca en vivo, un ciclo dedicado a Polanski puede servir para revelar qué se refleja en esas hojas filosas que amenazan en varias de sus películas.

Polanski en corto
Un hombre duerme en una habitación mínima y gris cuando alguien irrumpe y lo apuñala hasta que la vida se le escapa del cuerpo para siempre. Nada más hay en Asesinato (1957), el corto inaugural con que Roman Polanski abre su mirada para marcar la frontera entre vida y muerte con el filo de la navaja, como un mamífero que marca territorio. Y en sólo dos minutos Polanski logra, sin proponérselo, una suerte de adaptación radical del relato Los asesinos de Ernest Hemingway. Pero sobre todo, como el tajo en el ojo de El perro andaluz o los cuchillazos a Marion Crane en la ducha de Psicosis, Polanski filma con la mirada exacta para que esa acción sea un evento cinematográfico; un instante perfectamente enigmático que despliega la extrañeza, el absurdo y la belleza de la violencia. Y en el filo de la modernidad cinematográfica, en víspera de los nuevos cines de los 60, Polanski reinventa el corto como lenguaje: los largos están para narrar y los cortos para gozar del cine en su estado más puro. Así, con su idea de corto-experiencia, con la búsqueda de visiones excéntricas, climáticas, de gestos esenciales que atraviesan estéticas diversas, Polanski hace que cada uno de sus siete cortos devuelva al cine su capacidad de crear pequeñas pesadillas por las que vale la pena dormir el sueño eterno en una butaca.

sábado, 28 de julio de 2012

Próxima entrega

Erotomanía asfixiada, claustrofóbica, suicida: la Italia de los 70 tenía para ofrecer especímenes de distinto tenor de shock pergeñados por Pier Paolo Pasolini, Marco Ferreri, Luchino Visconti y varios otros desconocidos de siempre. L'occhio dietro la parete (o La entrega en su título local) es una de las aberraciones que se cometieron por esos tiempos y tenía todo para triunfar: dos celebridades desnudas (la chica Bond Olga Bisera, el alto rubio John Phillip Law) y Fernando Rey desplegando toda la perversidad que había aprendido en la Academia de Artes y Oficios Herejes de Luis Buñuel. Lo del triunfo no sucedió, y eso permitió que descubriésemos recientemente esta coda excéntrica del italosoftcore macabro gracias a la copia en fílmico que exhibieron Fernando Martín Peña y Fabio Manes en la Filmoteca en vivo. En el suplemento Soy publiqué un texto sobre esta película, pero lo más importante es que se va a poder ver mañana domingo, en el BAZOFI, en una copia sin censura, con cada perversión y cada genital impreso sobre el celuloide.

jueves, 26 de julio de 2012

El anfibiógrafo

Branquias de tiburón, un doctor marxista, ascensores esféricos, falsas escamas resplandecientes, glam subacuático, pop soviético, carteles de neón de Nobleza Gaucha, gracia ondulante como de sirena y otros hipnóticos delirios visuales en El hombre anfibio (Chelovek-Anfibiya, Unión Soviética,1962) de Vladimir Cheblotaryoy y Gennadi Kazansky, película inagural del Bazofi d'hiver, el festival más importante del momento, con programación excéntrica y revolucionaria. Mi texto sobre El hombre anfibio pueden leerlo en Trauma cinéfilo, donde también respondí al cuestionario como crítico invitado. Eso y nos vemos en el Bazofi cualquiera de estos días.

martes, 24 de julio de 2012

Astronómico

Escribí una nota para el blog de Qubit.tv, sobre uno de los más hipnóticos y conmovedores musicales de rock: los ensayos y el recital donde Elvis Presley vuelve a cantar en vivo tras dedicarse trece años exclusivamente a grabar discos y actuar en películas de Hollywood. Mi fanatismo por esa película tiene más de una década y ya había quedado patente en una nota (que copio abajo) en la revista El Amante de mayo de 2003, cuando volví a ver la película en cine gracias a la exhibición en el Bafici. Recuerdo que arrastré mucha gente a aquella función y todo el mundo quedó desarmado tras ver al Rey en su máxima expresión pirotécnica.


Espiando a Dios
Algunos ensayos en los estudios MGM de Los Ángeles y tres shows de 1970 en el Hotel Internacional de Las Vegas realizados por Elvis Presley son la sustancia de este documental. Nada más y nada menos. Lo que podría ser el material pedestre para cualquier programa televisivo de rock es una experiencia fílmica que tiene la capacidad de impactar a cada instante. La razón principal es que el formato CinemaScope con su pantalla superancha funciona como una visión ideal que convierte al escenario del show en un amplio cielo que encandila. De esta manera la película toma algo del punto de vista del astrónomo, y su característico placer de mirar la magnificencia del firmamento nocturno y esa sensación de inmensidad que aplasta bien restituida por el CinemaScope. ¿Pero que otra cosa puede ser un documental sobre Elvis si no es una película galáctica? Sí, todo gira en torno al sistema solar Elvis, el Astro Rey. El director Denis Sanders no despega la cámara ni un momento de la elegancia movediza y luminosa de Elvis. (Me atrevo a afirmar que si el cine es el arte de registrar los movimientos de la luz, Elvis: that’s the way it is puede considerarse un documental sobre cine.) Elvis transpira, hace chistes malos, se ríe de si mismo, besa a decenas de fans y canta con la voz, el cuerpo y el alma unas veinte canciones perfectas. El ojo cósmico de Sanders logra exhibir cada detalle de los sutiles parpadeos de esa elegancia, ya sea al ritmo de "Love me Tender" o al de "In the Ghetto". En este sentido, el CinemaScope es también un acierto porque parece ser la única posibilidad de atrapar todo el lenguaje y la energía corporal de Elvis.
Confundido entre los espectadores del show se puede ver a un canoso Cary Grant, como si aceptara que su propia elegancia inagotable ya era un patrimonio heredado por el gran Elvis. En la acertada visión agigantada y resplandeciente del rey, Sanders parece proponer una certeza: Todo lo que brilla es Elvis.

miércoles, 18 de julio de 2012

3 tonos


Es probable que Motor Away de Guided By Voices sea una de las canciones ruteras más potentes que existen, dentro y fuera de la historia del rock, y que merezca al menos una película casera por persona, para registrar como mejor se escucha una canción fuera de un recital: yirando con destino borroso por autopistas con viento en contra y un stereo al taco para relampaguear el paisaje. Y si Robert Pollard y su Motor Away tenían un destino glorioso, Pablo Stoll se lo dio en Montevideo, donde el viento es ruido blanco con estirpe de huracán íntimo. 3 es la cuarta película de Stoll, pero también su segundo disco solista, porque sus dos últimas películas más que incluir canciones, hacen música, son una forma de covers, de reinterpretación de las canciones para disparar sus propias notas, al pie de cada sonido. Hiroshima (2009) era un musical mudo, género que tal vez Stoll haya creado, una de las obras más rupturistas del cine reciente que representaba mejor que nadie la actitud de escuchar música en la actualidad, aunque el protagonista usara un discman y Montevideo estuviese alucinado más desde la periferia que desde su modernidad. Aquella película se gestó, en parte, cuando Stoll fue con su hermano, el músico Juan Stoll, a un recital que El mató a un policía motorizado dio en Montevideo. Si se fijan bien, en la pared de la habitación de un personaje de 3, el albañil que también es músico como Juan, hay imágenes de las tapas de Navidad de reserva y Un millón de euros, dos discos ruteros de El mató a un polícia motorizado. Como Hiroshima, 3 también es una comedia musical excéntrica, algo extrañada y perpleja, como si la música, sea Motor Away o cualquier otro ruido, sirviera para hacer estallar ese mundo (de felicidad, de desconcierto o de tristeza) más que para amansarlo o estabilizarlo. La música no calma a las fieras, no es el látigo del domador; más bien, para Stoll cada canción es una bomba de tiempo, una forma de dinamitar lo rutinario que despeja la visión y el horizonte para abrir caminos inciertos.

jueves, 21 de junio de 2012

Dibujoso

Hace casi cinco años, en este mismo blog, hice un post sobre una tapa de la revista Fierro, extraordinariamente dibujada por Alejandra Lunik. En aquel momento no la conocía más que como una firma. Este año se me ocurrió convocarla para integrar un jurado en el Bafici y la conocí personalmente: está a la altura de la belleza de sus dibujos. En su última viñeta para Lola, me regaló un dibujo de mí en un festival de cine (ahí arriba me tienen hipnotizado por el catálogo del festival). El estilo de gag cartoon de Lunik está en la tradición que más me gusta, con perfume retroactivo de grandes del género. Esta es mi segunda presencia en un cartoon del año, la anterior fue una mención en la tira osuna Horror, me desperté con un cazador de Rubén Gauna, reciente creador de una pequeña comedia musical dibujada, que vale la pena ver, leer y cantar. Aunque hay que reconocer que Sala fue el verdadero precursor en mi devenir cartoon.

sábado, 26 de mayo de 2012

Lenguaje común

Si existe alguien que sigue este blog y tiene un poco de memoria, sabrá que soy un fan casi fetichista de las historietas lesbofeministas de Alison Bechdel. Por eso publiqué una nota en el suplemento Soy sobre la distribución en Argentina de su libro Fun Home, que ya va por la quinta edición en español. Recién, cuando estaba por escribir esta entrada, me interrumpió la televisión con un minirecital de Sandra Mihanovich donde cantó Puerto Pollensa, Soy lo que soy y Bajo el asfalto, tres canciones que me gustan mucho y tienen demasiado que ver con Bechdel: las dos primeras no es necesario explicar por qué, pero la última contiene la frase que podría definir perfectamente el lenguaje de la memoria gráfica según lo traza Bechdel: "un río de tinta con gente igual a la gente pero un poco distinta".

viernes, 18 de mayo de 2012

Cinématon #2617


"En su máxima intimidad tecno, en su corazón científico, el cine se puede definir simple y literalmente como fotografía serial, una forma de disparar una y otra vez las canónicas 24 fotos fijas por segundo, para registrar y para proyectar su particularidad, su ser, y así persistir en la retina, como corresponde a su ilusión móvil. La historia del cine es un viaje de personas que establecieron tanto alianzas como boicots con y contra esa serialidad que cada película lleva en sus genes. ¿Ser o no serie?, esa es la cuestión. Y Gérard Courant, un cineasta hasta hoy invisible para nuestro país, fue al germen de esta cuestión a través de una obra prolífica durante casi cuatro décadas en la búsqueda de la continuidad y la ruptura dentro del métier serial." Así empecé la presentación, en el catálogo del último Bafici, de la primera retrospectiva latinoamericana de Gérard Courant, un cineasta francés en los márgenes del DIY, que tiene la serie más extensa de la historia del cine, llamada Le Cinématon, retratos en movimiento, exaltaciones del primer plano mudo, una vuelta a un primitivismo garantizado por las reglas con que filma cada rostro. La serie comenzó en octubre de 1977 y se suma a tantas otras series que Courant realiza a través de los años. Estos textos breves definen bien esta serie:
Cinématon es una serie de retratos cinematográficos que exponen a una personalidad de las artes, la cultura, la política o del espectáculo en un único plano fijo y mudo, en el que cada cual es libre de hacer lo que quiera”. Gérard Courant
“Sería un error creer que Cinématon tiene que ver con el sadismo o el masoquismo. No existe una relación sádica o masoquista entre las personas filmadas y quien las filmó. Es mucho más una cuestión de placer-dolor. Placer por la experiencia de estar frente a la cámara. Sufrimiento por quedarse. Y para el cineasta, el placer de filmar.Se podría incluso decir que este sufrimiento y este placer son inseparables, que no son dos cualidades que se complementan, sino más bien una cualidad única. Por supuesto, todos los que participan se comprometen a aceptar las reglas de Cinématon. El simple hecho de prestarse a este juego implica, en principio la voluntad de estar encadenado a la cámara y, mientras la película se hace, un deseo de liberarse, de salir, de dejar todo atrás, de decir ‘Stop’”. Michel Foucault, 3 de diciembre de 1981
Les cinématons ya incluyen a más de 2600 personalidades filmadas alrededor del mundo, donde se compilan retratos de Ulrike Ottinger (#104), Jean-Luc Godard (#106), Edgardo Cozarinsky (#164), Marie Rivière (#172), Philippe Garrel (#193), Maurice Pialat (#236), Sandrine Bonnaire (#238), Fernando Arrabal (#442), Samuel Fuller (#602), Marco Bellocchio (#794), Jonas Mekas (#1590), entre otros. Cuando visitó el Bafici el mes pasado, Courant me pidió si quería someterme al Cinématon, así que mi rostro pasó a formar parte de la serie. Ayer recibí un mail de Courant para avisarme la "bonne nouvelle" de que mi Cinématon está online en youtube. Lo comparto arriba para ver si adivinan la cita cinéfila encriptada que propongo.

miércoles, 16 de mayo de 2012

ArteBis

Vulnavia Bis desencarnará en el eter a través de un programa radial dentro de La Multisectorial Invisible que se realizará durante la próxima edición de ArteBa, que empieza mañana para un público selecto que no sabemos quién seleccionó (para el público sin selección previa, la feria abre recién el viernes). En este primer día de La Multisectorial Invisible los programas estarán dedicados al Tabú. Con Sofía Wilhelmi y Antolín nos concentraremos en la Post Identidad, que es algo de lo que no conocemos nada porque es lo que viene después de lo que somos ahora. También habrá canciones y lecturas en vivo y sorpresas invisibles.

lunes, 14 de mayo de 2012

Revista Pelo



















Flor de la V tiene el primer programa conducido por una travesti en la televisión de aire argentina, La Pelu, y cuando lo vi un par de mediodías quedé bastante sorprendido por su genio para la comedia tanto como porque el formato escapa del encasillamiento fácil, como tendría que ser un proyecto pensado por y para una persona trans. Es como si amalgamaran la sección Pasando revista de La Noticia Rebelde con una revista de la calle Corrientes: en una vuelta de hoja se construye una suerte de magazine ficcional, con algo de musical delirante o de telenovela camp, donde dos hermanas, perfecto dúo de Flor de la V y Gladys Florimonte, llevan adelante una peluquería glam. La cuestión es que, como me gustó el programa, escribí esta nota en el suplemento Soy del viernes pasado, que estuvo dedicado, como corresponde, a la flamante aprobación de la Ley de Identidad de Género. Flor de la V me agradeció "personalmente" hoy en su programa por la crítica, sobre el final del monólogo que pueden ver acá. Le costó pronunciar mi apellido, pero después me llamó, con mucho cariño, "maldito". Es una palabra que me calza perfecta, no puedo estar mejor bendecido. Gracias, Flor.

jueves, 3 de mayo de 2012

Se armó el bailongo

Hoy, 5/4 (mes primero, día después, como lo escriben los johnnies), Keith Haring habría cumplido 54 años. 54 más 54 da 108; el Google te abrocho: por eso el buscador ultrapop le dedica un doodle a la medida del artivista callejero (soy el o la de rojo con la x que vuela, canté pri). A mí, un pelotudo sensible como soy a veces, cuando veo o recuerdo los dibujos de KH me palpita algo que me activa ese efecto raro y peligroso que está entre la melancolía y la felicidad. Porque todos esos garabatos de colores son las figuras que mejor bailan en la historia del arte, y eso es un mérito extraterrestre que me conmociona, casi hasta mojarme. Porque si hay una carencia, casi diría un fracaso, de las artes visuales terrestres es que pocas personas podían o pueden sacar a bailar un dibujo (esté o no dentro de un cuadro) como lo hizo Haring cada vez que delineaba sus figuras danzantes. 
Creo que U2 en algunas de sus giras (me parece que en algo llamado Pop Tour, al que por suerte no tuve que asistir) usó los dibujos de Keith como arte de pantalla. El tipo se merecía una música mejor, como Blondie o Sonic Youth; pero bueno, ya lo dice el refrán, calavera no chilla.

miércoles, 18 de abril de 2012

Flaming Critics

En 1996, una de las primeras veces que publicaba crítica de cine, había citado a Flaming Creatures, de Jack Smith, como influencia en John Waters, pero sin nunca haber podido ver esa película. Cinco años después, en el Bafici 2001, la película fue programada en un foco dedicado a Smith. Aunque había escrito en el catálogo, todavía no trabajaba en el Bafici, y estaba en la función del Cosmos esperando como cualquier espectador. Antes de la película presentan a J. Hoberman que iba a hablar sobre Smith y Flaming Creatures. ¡Hoberman en Argentina! Efectivamente, ahí estaba el crítico neoyorquino, mi ídolo total, el Ramone de la crítica, que fue muy importante para mí gracias a su libro Midnight Movies, escrito junto a Rosenbaum, y a sus columnas del Village Voice que leía regularmente por internet (y a veces imprimía para conservar. Solo una vez pude leer el semanario in situ, en 1998, cuando estuve en La Gran Manzana: era una crítica a The Big Lebowski, de la que todavía recuerdo fragmentos, aunque hace mucho que no la leo porque fue compilada en ninguno de sus libros y no figura en internet). Sentado en la butaca del Cosmos, aunque había esperado mucho tiempo para poder ver Flaming Creatures, antes de empezar mi mente se nubló, solo pensaba en qué preguntas le iba a hacer a Hoberman después de la película para tratar de atraer su atención. La película pasó frente a mis ojos, la vi en extasis doble, aunque tal vez no haya visto más que mi propia excitación proyectada en la pantalla, porque mi mente estaba concentrada en la cercanía espacial de Hoberman. Tras la función, hice como veinte preguntas, tratando de seducirlo, todas un poco pedantes e idiotas, para demostrar que sabía perfectamente qué era el cine under estadounidense: era el típico espectador odiado por el resto de la sala, esos que te dan vergüenza ajena. Hoberman igual mordió mi carnada, creo que fue porque le habrá dado una mezcla de ternura, lástima y/o curiosidad un idiota como yo. De todas maneras, su generosidad durante la pequeña relación que tuvimos durante esos días, terminó de manera increíble: me regalo un libro que había traído, publicado recientemente, donde compilaba textos de Jack Smith. Lo volví a ver varias veces cuando regresó al país como invitado del Bafici; nos cruzábamos y cambiamos algún que otro comentario, yo tratando de pasar como un colega y disimulando mi nervio de fan absoluto. Hace unos años, con dos amigos, Agustín Masaedo y Pablo Marín (AM/PM), se nos ocurrió escribirle para publicar una compilación de sus ensayos y críticas en español por primera vez. Hoberman respondió encantado, que daba permiso, etc., etc., generosidad al taco como siempre. Fue difícil conseguir hacerlo, pero gracias al Bafici y Juan Manuel Domínguez, este año reflotamos el proyecto y acá está, el librazo que incluye algunas de las mejores críticas y ensayos sobre cine como Películas malas y Modernismo vulgar. También, para acompañar el libro, volvimos a proyectar Flaming Creatures en el Bafici y me tocó presentarlo a él antes de la película. Cuando llegué a la sala para preparar la presentación, Hoberman me dijo que recordaba que yo había estado en la proyección anterior, hacía once años. Eso de recordarme me hizo llorar, soy así de melodramático para los pequeños detalles.
La presentación del libro era unos días después y también fui convocado para estar en la mesa. Y fue un pico sísmico, colapsaron todas mis terminales nerviosas, pero también fue uno de los grandes momento de mi vida: Hoberman se rió a causa de mis chistes durante la presentación y ahora encuentro que alguien captó su sonrisa con un ojo generoso en el momento preciso, perfecto (ver foto arriba). Gracias, Jota, por tanta generosidad crítica.

martes, 10 de abril de 2012

Top Five Femme


Si me piden cinco imperdibles del Bafici, son estas que enlisto abajo, todas dirigidas por mujeres: es que estoy un poco feminista para la cinefilia (y de paso también recomiendo el foco completo de Narcisa Hirsch, un lujo de esta edición del festival).

Voluptuous Sleep de Betzy Bromberg o cómo pasear por la oscuridad onírica y salir con un tesoro brillante, casi, casi enceguecedor, pero más bien tributario de la lucidez de la experimentación introspectiva (si se perdieron la exitosa retrospectiva de Bromberg de hace unos años ahora se pueden empezar a poner al día).

Tomboy de Céline Sciamma o cómo un relato de iniciación se convierte en el retrato más luminoso, a fuerza de energía y luz solar, de alguien que tiene pecas tornasoladas (si quieren, el viernes podrán seguir leyendo lo que escribí sobre esta película para el Soy)

Teat Beat of Sex de Signe Baumane o cómo "las posibilidades del dibujo animado son tantas como las del sexo, lo que transforma a su cine en un Kamasutra en movimiento, con velocidad de cartoon y un estado de fantasía contra toda represión" (citando a la nota que escribió mi buena amiga Lia Drago en Las 12, nota en la que recomienda otras películas de minas copadas y lujuriosas).

Cinema Komunisto de Mila Turajlic o cómo es la historia de un país desaparecido (Yugoslavia) que perdura a través de un cine de energía bestial, tanta como la del estricto cinéfilo Tito (hay cameos de Welles y Hitchcock y es la película en la que más nazis mueren de la historia del cine)

Sibila de Teresa Arredondo o cómo hacer un retrato ideológico entre la cercanía y la lejanía, de una de las personas más complejas y desconocidas de la lucha latinoamericana, la mujer chilena evocada en el título, encarcelada en Perú durante quince años por estar sospechada de relacionarse con Sendero Luminoso.

lunes, 26 de marzo de 2012

Pizza piola


Fui varias veces a comer a El Palacio de la Pizza, en Corrientes entre Esmeralda y Maipú, y siempre el lujo estuvo a la altura de su nombre, aunque nunca antes, supongo que por distraído, había tenido el inmenso gusto de conocer a la pizza con matambre. Hace unos días, durante la cena, nos presentaron. Así que, ni bien supe de su existencia, me pedí una porcioncita pa'probar, y resultó que el diminutivo se borró y apareció una enormidad: sobre la tradicional porción de muzza (inspiradora) viene una suerte de matambre espiralado, desarticulado (incluso deconstruido, si me permiten la expresión), que adorna el triángulo como una guirnalda para celebrar la fiesta de la pizza como un lugar del vale todo. Fue un gran momento, sorpresivo y delicioso, que sumado a la porción de fugazzeta que también me pedí, resultó ser una dupla bastante imbatible, un doble de básquet que vale triple (post dedicado a Sol Santoro D'Stefano, que me hizo recordar aquel momentum)

miércoles, 21 de marzo de 2012

Pasión camionera


A Tom Neko, que sabe cantarle a la felicidad de robar camiones.

Cameo motorizado. Mi actor secundario preferido de Hitchcock es Murray Alper: ambos trabajaron juntos en tres películas y otros tantos capítulos para la serie de TV del maestro del suspense. En Saboteur (1942) el actor interpreta su mejor papel, un camionero que, sin saberlo, ayuda en su fuga al protagonista, el típico falso culpable de Hitch. Alper tiene apenas unos minutos de diálogo mientras maneja, y cada frase que pronuncia tiene el poder de la sutileza del Hollywood de esa década, como si fuesen palabras sacadas de un film noir perfecto, pongamos Traidora y mortal (Out of the Past, 1947). Locuaz y casi desbocado, ingenioso hasta la crueldad, ordinario como papel de cohete, con un cigarrillo apagado entre los labios mientras habla, el anónimo camionero se queja de su trabajo pero sigue haciéndolo porque “uno de mis vecinos le dijo a mi esposa que es elegante comer tres veces al día”. Acto seguido, el caminero agrega que su esposa gasta guita en sombreros y en el cine, lo que le resulta paradójico porque compra sombreros para meterse en la oscuridad del cine donde nadie se los ve. No lo recuerdo textualmente, igual no podría transcribir ni la velocidad ni la gracia con que lo dice Alper, pero el contenido es ese, y estoy seguro porque la vi un par de veces en cine, aunque no tengo la película en dvd ni pude bajarla, y leí el guión original mecanografiado en Internet que tiene otros diálogos (mi culto por Alper me hace pensar que morcilleó, o sea, metió diálogos de su propia cosecha en esa escena deslumbrante, aunque como una de las guionistas era Dorothy Parker, más lógico es que hayan sido agregados de su autoría). Alper es lo contrario al actor-ganado que Hitchcock prefería arrear, porque siempre parece un poco indomable, incluso caricatural (nunca caricaturesco), algo fuera de registro. Sea como sea, Murray Alper es mi pócima personal contra la solemnidad: a veces, cuando una película se pone ploma, pesada por sus pretensiones, alucino con un cameo del actor que irrumpe con su camión en cualquier escena, incluso en el living de una casa, en un barco o en el siglo XVIII, para arrollar todo vestigio artístico institucional, toda elegancia milimétricamente especulativa, todo prestigio de diseño (Thelma Ritter funciona de la misma manera en mi imaginación, como una hechicera que combate películas plomíferas). Cuando vi Drive pensé que Alper aparecía a todo trapo para llevarse puesto al silencioso doble (¿o triple?) chofer profesional, para aplastarlo con su actuación con acoplado, para trompearlo con su violencia parlanchina. Murray Alper vs. Ryan Gosling, un duelo motorizado digno de Carrera contra la muerte (Cannonball!, 1976); o mejor, Alper vs. Nicolas Winding Refn, el director danés que se compró un sombrero nuevo para estrenarlo al dirigir su primera película en Estados Unidos.

Primera parte de la nota en contra de Drive, publicada en el número 237 de la revista El Amante/Cine, ahora digital.

viernes, 16 de marzo de 2012

Piss off


El piso del Zaguán Sur transpiraba cerveza y cada pogo era un peligro porque cualquier resbalón significaba pasar a ser la alfombra roja de una manada (yo era parte de ella) que saltaba embravecida las canciones de Javi Punga, 3 pecados o Santiago Motorizado que nos hacen pisar el acelerador hasta quedar ciegos por el vértigo. No importaba, estábamos ahí para hacer el aguante a cualquier melodía o ruido que hiciera latir nuestra molotov interior. La jauría tiró parlantes varias veces, el fervor se medía en grados de demolición. En los intervalos, entre banda y banda, salíamos a respirar a la calle y a tomar impulso para el próximo trampolín que proponía el Festipulenta edición cuadruplicado. Era un ritual del fin del verano que nos debíamos, la misa pagana que prende fuego toda la ciudad como una quema ceremonial de cierre de temporada.
En una de esas enfilo para el baño del Zaguán. Adentro un chico que parecía de veintipocos, estaba frente al espejo con una remera de The Clash que reproducía, estampado negro sobre tela roja, la tapa del disco de 1977. Cuando le doy la espalda para pasar, el pibe lee The Clash en letras blancas en la espalda de mi remera negra con una estrella roja en el frente. Mientras descargo en el mingitorio me cruzo con su mirada y me saluda; todo parecía ser un levante, sobre todo cuando el pibe me dice: "La estamos clashiando los dos". El tenía el pelo cortado con máquina a un milímetro, cara de nene, flaco con la remera al cuerpo y usaba chupines negros: no era mi tipo. Yo, pelo largo, obeso, bermudas y ojotas creo que era casi su opuesto perfecto. Le respondí con un sí seco pero que no quería ser apático porque me caía bien. Al menos hasta que insistió con el diálogo, aunque ya no parecía un levante sino una charla ideológica de fraternidad punk: "Antes me gustaba Sex Pistols pero crecí y ahora me gusta The Clash." Lo miré sin desaprobación y le dije sin ganas de confrontar: "A mí todavía me sigue gustado Sex Pistols". Guardé la japi, me despedí y me fui del baño. No tengo nada contra quienes les deja de gustar Sex Pistols o simplemente siempre les pareció una mierda; es más, podría aceptar que es una banda descartable para alguien aunque ahora no esté de acuerdo. Pero sí me causan casi repulsión las personas que dicen haber crecido y pretenden seguir manteniendo los ideales punk. ¿Crecer? Tal vez sigan creciendo y algún día les guste Diego Torres y se pinten la cara color esperanza, qué sé yo. Decir "crecer" para tildar ciertos gustos como primitivos es lo más anti-punk que conozco. Punk es estar siempre abajo, dejarse caer al pozo más ciego, no salir de ahí aunque sea tentador mirar desde arriba o desde la madurez porque da algún tipo de prestigio. Punk es ser chico siempre, como Bill Watterson y su Calvin & Hobbes que se retiraron antes de haber crecido o de que el trazo del pincel que los unía dejase de ser libre o de que la mercadotecnia fabrique cartucheras con la imagen de Calvin para ir a la escuela (miren los pelos del malaprendido Calvin y digan si no es un muchacho punk). Lo puso claro Joe Strummer, un héroe cuando el punk explotó a fines de los 70 que después bajó hasta tocar fondo: "from hero to zero", como dijo el cantante de The Clash en el rockumental Let's Rock Again, donde se registra a él mismo como un anónimo planfetero en sus últimos días, repartiendo en la calle los flyers de sus recitales que nadie acepta. Punk es vivir siempre remándola de nuevo, salir a la calle y estar en la peor, que te tape la mugre y, sobre todo, resistirse a crecer, a no ser que se eche raíces en un tacho de basura y te rieguen con pis de perro con sarna.

lunes, 12 de marzo de 2012

Vulnavia Bis


Eramos pocxs y parió la historieta. Ahora, además del personaje de mi culto personal, Vulnavia, ayudante del Dr. Phibes, a quien está dedicado este blog, hay una homónima, que recién ahora descubro a través de Google. Esta Vulnavia es personaje de cómics y apareció por primera vez el 6 de junio de 2008, después de que este blog comenzara a existir, lo que implica que no fuera invocada en el momento del origen, pero ahora la incorporamos a nuestra propia lógica onmívora, porque la tocaya es una aliada nata de nuestro objetivo anarcótico; si no miren la imagen arriba, esa hombrera en forma de bestia que escupe un brazo es de una elegancia macabra, la misma que esperamos de personas cómplices de nuestra malevolencia. Además, me informo que Vulnavia, según la mitología nórdica del cómic, es vikinga, fue criada por Odín y se convirtió en valkiria. Es hermana de Vandala y media hermana de Lady Death, reina del infierno. Pero por sobre todas las cosas, su característica principal es ser "eterna", o sea, invencible. La historieta original fue editada por Chaos! Comics antes de su bancarrota y el personaje fue creado por el guionista Brian Pulido y el dibujante Steven Hughes. Eso, nada más, quería volver de mis dos meses de ausencia sin aviso con una buena noticia: las Vulnavias nos multiplicamos para expandir nuestro poder destructivo, asolador. Cada vez somos más y más terribles. Estén alerta, porque el 2012 viene con mala fama.