miércoles, 14 de noviembre de 2007

Ojos de serpiente


Entre los actores buenos hay algunos con personalidad y otros con personalidades. Entre los primeros hay una subespecie: los de personalidad animal. Son los actores bestias, poco inclinados a pelar su humanidad (si es que en verdad la tienen) y muy distintos a los que prefería Hitchcock: los actores-ganado, que se pueden guiar, adiestrar. El actor animal es feroz, no se deja domesticar, tiene escrita su bestialidad en cada movimiento. Klaus Kinski es un ejemplo obvio; Brad Dourif, también, pero su nombre, creo, es un poco menos célebre. Y no porque sus intervenciones no sean tan shockeantes, sino porque en general uno no quiere fijar las pesadillas en el recuerdo.
Hoy tal vez muchos recordarán la excentricidad actoral de Dourif a través de las películas de David Lynch, Duna o Terciopelo azul, pero él estaba loco desde Atrapado sin salida de Milos Forman, película más bien olvidada y olvidable. Ahí debutó en el cine dentro de un manicomio y nunca debería haber salido, para tranquilidad del mundo.
Desde su inicio, Dourif se especializó en personajes perturbados, para bien y para el mal, con su característica mirada y expresión de serpiente al borde del mordisco. Pero también su voz y su espíritu feroces lo llevaron a ser el ventrílocuo cuya voz visceral habita al muñeco diabólico Chucky durante toda la saga de Don Mancini que empezó a fines de los 80.
Con Trauma, La máquina de la muerte, Alien: Resurrection, Senseless, a lo largo de los 90 Dourif parece haberse convertido en una renovación del estereotipo de científico loco del cine de ciencia ficción y terror de los 50. Su alquimia está contenida en sus tendones, que lo estiran hasta convertirlo en un extremista del gesto tirante. Tal vez su consagración arty y definitiva fue gracias a Peter Jackson y a Werner Herzog, en El Señor de los Anillos: Las dos torres y The Wild Blue Yonder. En la primera hace un personaje shakespeareano, brutal, donde su lengua enroscada y el brillo de sus ojos tienen una electricidad macabra. En la segunda, cuenta una versión marciana de la historia del planeta tierra, como no podía ser de otra forma cuando Herzog le saca punta a su delirio. Habla a cámara, muestra sus dientes, juega a matarnos de pánico mientras patea el polvo del desierto como un alien verborrágico.
Por estos días, Dourif es el maldito policía freak de la remake Zombie de Halloween; actúa poco tiempo en la película, pero su intervención se combina con las otras breves actuaciones de Danny Trejo, Udo Kier y Sid Haig, y la cosa termina convertida en un cóctel molotov de secundarios. Y en lugar de dream team, los cuatro formarían un nightmare team.

1 comentario:

maldoror dijo...

es impresionante este actor.Su mejor papel es el del Exorcista 3, de 1990. Pone los pelos de punta