lunes, 29 de octubre de 2007

Marcados


I. Montevideo nos repitió lo que ya sabíamos: el camino al cielo está lleno de lomas de burro. Entonces, nosotros que preferimos andar por la autopista directa al infierno, hicimos nuestro camino pecaminoso de siempre.



II. Primero sonorizamos la noche en el puerto con una "Sinfonía de mariscos y pescados" (el menú de "El italiano" dixit). De otra manera, nuestros estómagos hubiesen sido los que iban a cantar.



III. Y luego embarcados en misión averno fuimos al lugar que prometía y que cumplió. Así, con la marca de Caín tatuada en el cuerpo, bailamos lo que pudimos y quisimos; empezando con una versión gritada de Beautiful Stranger. Y nunca se gritó tan claro: "You're the devil in disguise / That's why I'm singing this song".



IV. Y ya cómodos en el lugar, sorprendió un poco el cartel que era la poca luz-amarillo-azufre iluminando el cuarto oscuro de los pecados carnales. Pero después entendimos: el diablo que avisa no traiciona. Incluso en el infierno hay una luz en el camino, que no sólo ilumina sino que también quema.

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