miércoles, 26 de septiembre de 2007

La viva imagen


El odio por los mimos tiene una larga historia. Woody Allen la explicó perfectamente desde el capítulo "Para acabar con los espectáculos de mimo", en su libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura (escrito en tiempos donde la inteligencia y el humor en mezcla milagrosa no era algo extraño en la mente de WA). Tal vez la máxima representación cinematográfica de ese odio casi ancestral está en una de las primeras secuencias de El día de la bestia de Alex de la Iglegia, cuando el cura interpretado por Alex Angulo empuja a un mimo en las calles de Madrid. En televisión, como siempre, Diego Capusotto hizo lo propio para representar la violencia hacia los mimos. Este odio tal vez provocó la progresiva extinción de los mimos en el ámbito urbano, pero como suele pasar, nada desaparece sino que se transforma. Ahora, las estatuas viviente son sin duda las herederas del arte de la pantomima odiosa, prolongando cierta forma de disgusto contemporáneo. Y ya hay signos de odio. En cine, por ejemplo, está la primera escena onírica de Sangre de Pablo César: un grupo de personas sale de un centro comercial y descuartizan a una estatua viviente que está parada en una peatonal. Y en Ciudad de María de Enrique Bellande, el fenómeno del show religioso de la ciudad del título, invadida por el catolicismo, desemboca en una mujer que hace de estatua viviente de la Virgen María, en busca de la limosna de los fieles (el perfecto show hereje, creado por la película, acabó con la intervención policial). Sin embargo, ahora parece que hay una legitimación académica de la estatua viviente: la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales hace un concurso de estatuas vivientes, y según dicen los afiches callejeros, el premio es para el público que asiste al concurso. Nos premian por soportar tanta poca creatividad. Así quieren fomentar el amor y no el odio por las estatuas vivientes, pero lo único que consiguen es generar más desconfianza frente a esta disciplina desagradable.

1 comentario:

BUDOKAN dijo...

Muy intersante reflexión acerca de la evolución de éstos personajes que con su silencio nos invitan a la violencia. Saludos!